martes, 25 de septiembre de 2012

Como para no indignarse...

Fuente
Indignación. No hay otra palabra que mejor defina los sentimientos de los españoles. En días como hoy, en el que miles y miles de ciudadanos salen a la calle a defender sus derechos, a reclamar su democracia, es cuando esta sensación se hace más patente. No es que los españoles no estemos haciendo nada, no. Estamos pidiendo a gritos lo que nos corresponde, respeto como votantes que somos. Lo peor es que aunque haya millones de personas frente al Congreso exigiendo que se tome en cuenta su opinión, tenemos la casi absoluta convicción de que no ocurrirá nada, de que mañana seguiremos estando como ayer y sintiéndonos totalmente mangoneados por el poder.
Un poder que se supone que nosotros hemos dado y que es lógico pensar que nosotros podríamos quitarlo también ¿no? Pues no. En este país eso no es así. Aquí los políticos se deben aferrar a uno de los grandes refranes populares como es "Santa Rita Rita... lo que se da no se quita" y con lo que me has dado hago lo que me da la gana.
Fuente
Y aquí es donde empieza la indignación del pueblo. Se empiezan a aprobar medidas extremas que nadie ha votado en referéndum ni en nada que se le parezca. En ese momento ya se nos está negando la posibilidad de tomar parte de algo que nos afecta de manera directa. Medidas con las que no estamos de acuerdo. Medidas que pensamos que no son adecuadas. Protestamos de todas las maneras que se nos ocurren y al Gobierno, básicamente, por un oído le entra y por el otro le sale. ¿Pero cómo puede ser eso posible? La gente para la cual trabajas te está diciendo que estás haciendo mal tu trabajo, no puedes simplemente pasar de ellos porque no te interesan sus quejas o sus protestas.

Fuente
La gente no ha provocado esta situación por mucho que se cansen de decirnos que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". ¿Quién? ¿Los bancos que han dado créditos por encima de sus posibilidades? Y ahora somos los ciudadanos los que tenemos que pagar esa "generosidad". Son los niños los que pagarán con una mala calidad en su educación los problemas que ni mucho menos ellos han provocado. Son las personas más humildes las que pagan lo que los peces gordos han causado.
Y como eso no es justo, la gente sale a la calle, y se indigna, y siente impotencia.
Y en última instancia, emigra. La gente no está emigrando únicamente para encontrar trabajo, que también. La gente está emigrando porque se siente engañada, porque nos apalea quien se supone que nos debería proteger cuando pedimos lo que nos corresponde, porque no se siente respetada, porque no se siente tomada en cuenta.
Fuente
Todas esas me parecen razones más que suficientes para indignarse y para que los que causan esa indignación nos muestren, al menos por una vez, un poquito de vergüenza y respeto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario