martes, 22 de mayo de 2012

COLDPLAY

Por fin era 20 de mayo. Una fecha marcada y remarcada en rojo en mi agenda desde que en diciembre comprara las entradas para el concierto de Coldplay en Madrid.


Al entrar al estadio Vicente Calderón, a parte de arrebatar paraguas, hacían entrega de unas pulseras de diferentes colores cuya utilidad se conocería más adelante. Todas las predicciones pronosticaban lluvia entre las 2 y las 8 de la tarde y como no se había cumplido, todos los que esperábamos impacientes mirábamos al cielo sin parar. Y efectivamente, comenzó a llover. Perdón, a diluviar.

 Y comenzaron los temores de cancelación. Sin embargo, poco después Ritaora, una de las teloneras, subió al escenario como una campeona y, más allá de que me gustara o no su música (o de que la disfrutara más o menos) debo reconocer que la chica lo dio todo para un público bajo capuchas (y los pocos paraguas que se habían logrado introducir en el recinto). Ritaora podría haberse quedado debajo de las carpas colocadas en el escenario y, al contrario, no dejó de correr y saltar bajo la lluvia.
Tras su actuación, las dudas y temores se agravaron. No paraba de llover (y granizar) y nosotros, nos calábamos cada vez más y solo podíamos desear que dejara de llover.
Afortunadamente, el tiempo nos mostró el arco iris que suponía que nuestra ilusión de ver al grupo británico volvía con más fuerza. Una vez paró la lluvia, Marina and the diamonds acompañó nuestra espera con un estilo, a mi parecer, nada acorde con los ánimos y el ambiente del estadio.

Tras los últimos teloneros y una eterna espera se apagaron las luces y comenzó el concierto con la canción... ¿de Regreso al futuro? Pues sí. Y fuegos artificiales. Y ya me tenéis llorando en los 30 primeros segundos para, acto seguido, ahondar en esas lágrimas con Mylo Xyloto y Hurts Like Heaven.



Un comienzo espectacular, con el que ya me habían ganado y con el que ya había merecido todo la pena.
El truco de las pulseras con luz fue lo más maravilloso que he visto jamás en un concierto, en persona o grabado.
COLDPLAY estaba en el escenario brillando con luz propia mientras las muñecas de los asistentes lo hacían con algún tipo de genial mecanismo. Chris Martin corría, saltaba, bailaba y dejaba a los 55.000 espectadores con la boca abierta.

Con The Sciencist el líder de la banda se "relajó" delante del piano al que le siguió un precioso Yellow, con el que pocos pudieron contener las lágrimas, o al menos yo no pude.

En el segundo escenario, al final de la pasarela central, cantaron algunos temas entre los que se encontró Princess of China, con una Rihanna presente gracias a las Nuevas Tecnologías (que estaba proyectada en las pantallas, básicamente). Con Viva la Vida, uno de los himnos más reconocidos de Coldplay, el estadio se vino abajo para que, más tarde, 55.000 lucecitas se iluminaran al ritmo de la maravillosa Charlie Brown y continuaran con Para-para-paradise oooh ooh oooooh.


Tras eso, los británicos desaparecieron totalmente de mi ángulo de visión al tocar Us Against the World y Speed of Sound en un tercer pequeño escenario situado en el otro extremo del estadio.
En la recta final del concierto, Coldplay no decayó ni un solo instante al deleitarnos con la mítica Clocks y mi muy amada (y llorada) Fix You para acabar con Every Teardrop Is A Waterfall.

Y de repente, como si hubiera pasado un fantástico suspiro, las luces se apagaron y el público continuaba tarareando el genial oh oh oh ooooooooh de Viva la vida hasta que se dispersó la masa y, seguramente aún venga a la mente de todos los asistentes cuando nos quedamos por un momento sin pensar en nada. Y es que estoy segura, de que este concierto se nos ha quedado grabado a fuego en la memoria a todos los que lo compartimos.

Un concierto de los que hay que ver. El espectáculo impresionante y la banda SUPREMA. Solo deseo poder asistir a más shows como el del pasado domingo y seguir disfrutando de Chris, Jon, Guy y Will durante muchos años más.

P.D.: Una pena que el señor Quico Alsedo de El mundo no opine igual que yo y el concierto, que para mi fue un deleite para el oido, la vista y sobre todo el corazón, a él le haya parecido la más insoportable de las torturas. (La crítica (o algo que no logro comprender) a la que me refiero: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/rockandblog/2012/05/22/coldplay-y-el-decalogo-del-eterno.html )